Page 44 - Fabio Gasti (a cura di), Seneca e la letteratura greca e latina. Per i settant’anni di Giancarlo Mazzoli, Pavia, Pavia University Press, 2013
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32 Carmen Codoñer

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lo que transmite. Casi podríamos que el individuo desaparece para ser sustituido por
el ‘ciudadano’. Es esperable, por tanto, que su preocupación se centre en el mos como
conducta colectiva, obligatoria para toda persona que pertenezca a ese colectivo. Las
normas, sea su origen el que sea, deben cambiar, pero el cambio no debe quedar en
manos de cualquiera, sino de aquellos que tengan la auctoritas que les ha otorgado la
civitas para hacerlo. Para Cicerón el pertenecer a una comunidad significa aceptar las
normas de conducta sobre las que se ha ido configurando esa sociedad. Roma es una
creación de los maiores, de los que le precedieron, de aquellos que en el pasado, remoto
o próximo, han ido creando la civitas dictando leyes y aprobando normas. Esos maiores
tienen un referente claro, identificable con los ciudadanos pertenecientes a las clases
sociales destinadas a gobernar la civitas:

leg. 31… qualescumque summi civitatis viri fuerint, talem civitatem fuisse;
quaecumque mutatio morum in principibus extiterit, eandem in populo secutam…
32 ego autem nobilium vita victuque mutato mores mutari civitatum puto.

A pesar de todo, el sentido moral que debe presidir el organismo social subyace y
permea el discurso ciceroniano. Y junto a ello la conciencia expresa de que el ‘pueblo’
no decide los cambios, sigue sin más las pautas de comportamiento de quienes están en
el poder: principes/nobiles. Un pueblo es lo que son sus dirigentes.




3. Séneca
Séneca vive circunstancias distintas a las de Cicerón, pertenece a un momento
histórico radicalmente diferente al vivido por Cicerón. Ello no es obstáculo para que,
al mismo tiempo, podamos considerarlo su heredero desde un punto de vista político,
filosófico y literario, en la medida en que constituye un precedente obligado ante el
que reaccionar favorable o desfavorablemente.
Cicerón al final de su vida era consciente de que en Roma se había operado un
cambio irreversible, aunque para él fuese inaceptable. Con la llegada de Augusto al
poder Cicerón pasa a incorporarse, bien a su pesar, a las figuras gloriosas del pasado
político de Roma. La postura que Cicerón adopta a lo largo de su trayectoria vital es
la de defensor de un sistema ya caduco que ha visto, sin aceptarlo, ir degradándose
hasta transformarse.
Por su parte, la vida de Séneca se desarrolla dentro de un sistema político estable,
resultado de la consolidación del tipo de gobierno que Cicerón vió ir conformándose
poco a poco. Dentro de un sistema político absoluto, los gobernantes pueden cambiar
de modo más o menos natural, pero el sistema no cambia.
A Tiberio, asesinado, sigue Calígula; Calígula, muerto violentamente, es seguido
por Claudio y al envenenamiento de Claudio sigue Nerón. Los procedimientos
utilizados para el traspaso del poder no son los que se esperarían, pero en fin de

18 En una de esas ocasiones explica la necesidad de que el hombre, debe cambiar sus mores cuando ha elegido
un modo de vida equivocado.


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