Page 55 - Fabio Gasti (a cura di), Seneca e la letteratura greca e latina. Per i settant’anni di Giancarlo Mazzoli, Pavia, Pavia University Press, 2013
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Séneca y Cicerón: dos visiones del pasado 43

están sujetos a errores, como todo el género humano, en cuanto que pertenecen a
tiempos muy anteriores representan un estadio menos evolucionado de las capacidades
intelectuales propias del ser humano. Los maiores cuentan con personajes dignos de
todo respeto, como los ha habido en todas las épocas.
Ese proceso de abstracción progresivo que parece estar representado por el hombre
como ciudadano del universo, se logra a costa de la anulación de responsabilidades y
derechos colectivos en cuanto ciudadanos que son de la comunidad terrena. Una civitas
cuyos ciudadanos son percibidos como seres humanos sin apenas vinculación entre
ellos y sujetos a un hombre; un sistema político que merece mayor o menor aprobación
en función de la persona que está al frente; los sapientes (sólo existentes utópicamente)
separados del vulgus, es decir, del conjunto de los seres humanos que no han alcanzado
la posición de sapiens, están al servicio de la ‘sociedad’, del vulgus, pero sólo en la
medida en que se les permite hacerlo. Es la antítesis de una concepción política de la
vida. Significa una dejación de derechos provocada por la degradación de un sistema al
que, por esa misma razón, por lo que significa de autodestrucción, no es aconsejable
volver. Fueron los antiguos ciudadanos los que crearon la primera civitas dotada de
instituciones y normas monárquicas que fueron evolucionando, transformándose hasta
alcanzar el modelo de civitas que representa la Roma ‘republicana’; y también fueron
los ciudadanos los que acabaron con ese modelo. Los maiores para Séneca son todos
los ciudadanos que le han precedido: tanto los ciudadanos de la época de Tarquinio,
como Catón, Sila, Pompeyo o Cicerón. Unos merecen respeto, otro no; sus actuaciones
fueron buenas o malas, como lo son en los años que ha vivido y vive. Aún en el mejor
de los casos, reconociendo que algunos han conseguido realizar cosas memorables,
siempre queda la posibilidad de continuar la labor porque dejaron cosas por hacer.
Cometieron errores y sufrieron de las mismas carencias morales que los hombres de su
momento y del futuro.
Esta igualación del ser humano en su condición de tal no significa, sin embargo,
una cesión de su participación en la política como ‘ciudadano’ romano. Cada periodo
de tiempo tiene su propio sistema político y el hombre, igual en su naturaleza, está
condicionado por las circunstancias que le rodean y a ellas debe adaptarse si quiere
contribuir al avance de la humanidad. Sócrates y Catón, los dos sapientes, lo fueron
bajo un signo distinto y cada uno de ellos aportó a la sociedad de su momento un
modelo de participación.




Bibliografía
Bréguet, Esther [ed.] (1980), Cicéron, La république, vol. 1, livre 1, Paris, Les Belles Lettres.
Cicu, Luciano (1998), Non civis sed homo. La crisi del sistema culturale romano e la
solitudine del saggio, «Paideia», 53, pp. 89-134.
D’Ors, Alvaro [ed.] (1984), Cicerón, Sobre la república, intr., trad., apendice y notas,
Madrid, Editorial Gredos.
Düll, Rudolf (1976), Seneca Iurisconsultus, in ANRW, II, 15, pp. 364-380.




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