Page 51 - Fabio Gasti (a cura di), Seneca e la letteratura greca e latina. Per i settant’anni di Giancarlo Mazzoli, Pavia, Pavia University Press, 2013
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Séneca y Cicerón: dos visiones del pasado 39

Es el pasado lo que en sí mismo no tiene por qué representar un ideal perdido.
Hablar del pasado implica casi siempre una comparación con el presente y viceversa.
Cuando Cicerón habla del presente en contraste con el pasado, la balanza se inclina a
favor del segundo. Cívicamente para Cicerón el momento en que vive es una regresión
respecto a épocas anteriores:

off. 2,75 caput autem est in omni procuratione negotii et muneris publici, ut avaritiae
pellatur etiam minima suspicio. “Utinam, inquit C.P.S., ad illa me fortuna
reservauisset et tum essem natus quando Romani dona accipere coepissent! Non
essem passus diutius eos imperare”. Ne illi multa saecula exspectanda fuerunt;
modo hoc malum in hanc rem publicam invasit.
Su defensa de la capacidad de Rómulo para sacar a los hombres de sus errores en una
época dominada por la credulidad (rep. 2,18), la anticipación de los primeros
romanos incluso a Sócrates cuando pensaron que las alteraciones anímicas estaban
próximas a la locura, son apreciaciones que rezuman nostalgia de un pasado
idealizado ante la precariedad del presente.
De nuevo Séneca nos muestra una especie de reverso. Sus alusiones al pasado
son, en esta ocasión, más frecuentes que en Cicerón y la orientación distinta. Para el
filósofo hispano, no hay que hacer recaer siempre las culpas sobre el presente (ben.
1,10,1).
En realidad el hombre no debe dejarse arrastrar por la inertia al no conseguir lo
que persigue, no debe caer en la desesperación y quejarse de los tiempos que vive
aislándose e incubando sus frustraciones (tranq. 2,10); también la época suya
cuenta con ejemplos dignos de ser mencionados (ben. 3,26,1; Marc. 1,2; const. 2,2),
aunque eso no quiera decir que todos los hombres de esos momentos sean virtuosos
(tranq. 7,5).
Todas las épocas ofrecen casos de amistad, si bien raramente (ben. 6,33,3), y
todas las épocas cuentan con ejemplos dignos. Malos fueron los tiempos de Sila (ira
1,20,4), la hipocresía también existe en épocas de moral cívica intachable (vita b.
21,3). Los siglos pasados eran crédulos (const. 2,2). Sólo en una ocasión se refiere al
pasado como illud antiquum saeculum, dejando bien claro con illud que es una
rememoración de la Edad de Oro, pura entelequia, y cuando habla del pasado bajo esa
perspectiva, pone la opinión en boca de otros (epist. 90,5) o atribuye a la
voluntariedad la aceptación de la existencia de ese periodo mítico (epist. 115,13).
El hombre es responsable de su propio comportamiento, con independencia del
periodo que le corresponda vivir (brev. 14,1; epist. 17,10 saeculum muta, nimis
habes). El hombre siempre tendrá posibilidades de contribuir al desarrollo de la
humanidad (epist. 64,7), porque no es la época la que modula la conducta, son los
hombres:

epist. 97,1 erras mihi Lucili, si existimas nostri saeculi esse vitium luxuriam et
neglegentiam boni noris et alia, quae obiecit suis quisque temporibus: hominum
sunt ista, non temporum. Et si aestimare licentiam cuiusque saeculi incipias,
pudet dicere, numquam apertius quam coram Catone peccatum est.



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